No sé si me gusta lo que pasa. Mientras pienso que
he perdido el norte, siento que hay algo que sí puedo cambiar. No es cuestión
de pensar más, lo sé, pero también sé que en realidad no sé qué me pasa. Se
acercan momentos que, de nuevo, no sé cómo vivir. No me gustan estos
aniversarios y es inevitable, me pongo en estado de no sentir, de no saber, de
no oír. Y eso está fatal. Porque luego cuando quiero darme cuenta de lo que
está pasado, no sólo he perdido el norte, sino que me he quedado sin brújula en
un mundo que está a oscuras, sin nadie a quién confiar que aún no he encontrado
el sitio dónde poder hablar en alto sin tener miedo. Gritar lo que sé que no soy y lo qué aún no sé
si puedo ser sin ti.