Siempre me habían gustado las naranjas.
Dulces antes que ácidas y grandes antes que pequeñas. Sin papel que las
envolviese y a ser posible, que no estuvieran muy frías. Alguien me dijo una
vez que casi siempre las tomaba por las tardes y a veces me decía lo ricas que
estaban. Entonces, yo también lo hacía. Bajaba corriendo y elegía la que más me
gustaba, que casi siempre fue la más redonda. Quitaba la pegatina y la ponía en
un papel, intentando memorizar la fecha de ese día en algún lugar de mi mente. Pero tiempo impertérrito pasaba; y
nosotros unidos e impregnados ya por muchas, demasiadas cosas, no
nos dimos cuenta de que la época de las naranjas ya se había pasado. Y así como
el frío invierno deja paso a la esperada primavera, florecimos juntos olvidando
tristes y alegres motivos, razones de ser y de no ser, por las cuales nuestro
vínculo se había convertido en algo tan fuerte. Llegaron las fresas, las
cerezas, la sandía. Pasionales, vehementes y terriblemente rojas. Y caímos.
Caímos en la tentación de quién ansía más de lo que realmente debe, en lo
prohibido del sabor especial, en la fuerza del agua que debía purificarnos.
Pero nos envenenamos. Y emponzoñados de razón, de orgullo, prepotencia, de
gula, hambre, fuerza y lágrimas, tuvimos que separarnos. Nos extraviamos. Es por eso por lo que
ya no me gustan tanto las naranjas. Porque me dieron algo que nunca fui capaz
de imaginar, y que puede que jamás aprovechara. Sin embargo, ahora sé que fue
lo mejor, si bien no lo más fácil. Pero, aunque muchas veces intento
apreciar el dulce olor a naranja que quedó impregnado para siempre en mis
manos, sé a ciencia cierta, que mis frutas favoritas siempre, siempre serán las
rojas.
29 ene 2011
28 ene 2011
Deseos.
Me
había repetido a mí misma, miles de veces que esa no era
manera de arreglar mis problemas, para explicarme a continuación, con más o
menos energía, que ni mis problemas eran tan graves ni existía solución alguna
para terminar con ellos, pero no tenía fuerzas para renunciar a mis propias
fantasías, parecía tan fácil enamorar otra vez, enamorarse otra vez y tirar de
la manta, acabar con la vida gris, con el despilfarro de los meses, con la
nostalgia de tantas cosas que no he poseído jamás...
Atlas de Geografía Humana.
Atlas de Geografía Humana.
27 ene 2011
Tiempo.
Dame la mano y finge no ser quien quiero que seas. Dame una razón para volver. Dame veinte besos que me sepan a poco y después abrázame para que el mundo no se caiga. Pasea conmigo hasta que se vaya la luna, hasta que el sol pueda vernos cogidos de la mano. Llévame a algún lugar escondido y hazme gritar tu nombre mientras me susurras el mío al oído.Vámonos de viaje adónde el miedo no pueda encontrarnos. Báñate conmigo al son de las olas del mar, hasta que su espuma cubra nuestros cuerpos mojados por la sal. Canta conmigo canciones que sólo podamos entender tú y yo. Llamamé por teléfono una vez más, pero esta vez no cuelgues nunca. Dame la seguridad que nunca tengo. Mírame hasta que no pueda resistir abalanzarme hasta tus brazos. Tócame como tú sólo sabes. Cuenta mis lunares y haz de ellos tu número preferido. Regálame un perfume que haga volverte loco. Bailemos despacio nuestra canción encajados como las piezas de un puzzle. Quiéreme cada segundo. Acaríciame el pelo mientras me oyes llorar. Sepárate de mí despacio al ritmo del sonido de la nada. Quédate quieto mientras me marcho. Cuenta las mentiras que quieras para fingir que no te duele. Gritamé que nunca tuve razón. Retírame la mirada como si no tuviéramos algo especial. Haz caso a tu orgullo. Siéntete indiferente mientras me ves sufrir. Permite que todo se desintegre. Pídeme un falso perdón. Engáñame otra vez con tus palabras. Fíngete ofendido. Enfría lo que una vez fue caliente. Intenta calentar lo que siempre será frío. Acaba de una vez con eso que pudo ser. Vete. Vete ya.
25 ene 2011
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