No me importaba cuantas pequeñas lágrimas cayeran por sus ojos negros, que brillantes, apenas se atrevían a mirarme. Y aunque tenía la certeza de que esa vez no me estaba mintiendo, no pude hacer otra cosa que darme la vuelta e irme antes de que miles de esas lágrimas inundaran los míos de vidas pasadas. Porque aquella vez, aquella noche de hace tanto tiempo, cuando era yo la que lloraba, él hizo lo mismo. Limitarse a no hablar; mirar y enmudecer en el silencio más profundo. Siempre en silencio porque nadie podía saber. Pero ya no me importa. Porque al final el tiempo lo cura todo y aunque ahora estas cosas no son más que vagos recuerdos en mi mente, que aprendió a olvidar, todo el mundo sabe que las lágrimas no son otra cosa que agua. Y el agua, más tarde o más temprano, se acaba secando.
2 feb 2011
1 feb 2011
¿Duele?
El problema fue creer sin límites desde el
principio. Abandoné cada gota de cordura para que se evaporase lentamente,
sin temer que eso, precisamente, iba a ser lo que más necesitaría en el futuro.
Malgasté mi razón, y quizá también parte de la suya, en blabladurías varias,
que me alejaron del corazón, su corazón, que tanto necesitaba por aquellos
tiempos. El impulso fue entonces el protagonista. Y para bien o para mal, tuve
mi historia, tuvimos nuestra historia, pero no tuvimos un final. El cuento se acabó de golpe, permaneciendo en la memoria aquello que creí soñar alguna vez. Cuando sus besos me llenaron de mariposas de colores, cuando piel con piel jugamos a tocar el fuego con las manos. Y por jugar, sencillamente nos quemamos. Y nunca intentamos curar las heridas. Puede que porque, a pesar de todo, dolieran demasiado.
30 ene 2011
Cuestiónate.
Es curioso que tengamos tanta prisa en todo.
Por saber, sentir, querer, tener, vivir,
estar, desear, amar, saltar,
jugar, bailar, gritar...
Pero no nos damos cuenta de que lo que más deseamos
llega siempre cuando menos
te lo esperas.
Y que el tiempo diga
lo que tenga que decir...
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