28 oct 2010

Candado.

Voy andando por la calle. No hace frío pero tampoco hace calor. Voy deprisa aunque en realidad no he quedado a una hora determinada, o no la recuerdo. El corazón me late a mil por hora. Una calle, dos, tres. Veo el tranvía pasar, pero hoy no he querido cogerlo. Necesitaba aire. Me estoy poniendo nerviosa pero tengo que tranquilizarme. Me paro en seco un momento, se me han caído las llaves, las recojo y miro el candado que tengo colgado en él. No recuerdes, no ahora. Sigo andando. En realidad yo no haría esto. Pero ya me he cansado de sentirme vulnerable. El corazón tiene un límite, todos lo saben. Pero el problema es que nadie sabe cuándo te explotará del todo. El mío exploto anoche. No hizo ruido, no hubo lágrimas. Sólo nostalgia, dolor, y para que engañarse, cierta envidia. Los colores de la vida solo iluminan a unos pocos, los demás lo tenemos algo más difícil.Ya he llegado al portal. Miro fijamente la cerradura. Pasa, me digo, entra de una vez y demuéstrale que tú también sabes jugar. Pero ten cuidado, porque cuando salgas es posible que el resto de tu corazón se quede dentro y no vuelva a salir nunca más. 
Aquel candado fue un regalo que me diste entre clase y clase. Me dijiste que estaba roto pero que era de ti para mí... Y lo más importante: una vez cerrado, no podría abrirse nunca más. 






Anoche yo sentí que me besaste diferente 
Y me quedé sin saber qué hacer 
Yo te conozco y sé que algo no anda bien 
Ven, dime la verdad,

No quiero imaginar 

Que fue el beso del final...



CHRISTINA AGUILERA.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Voy con un poco de retraso, con tu blog pero poco a poco intento ponerme al dia, ya sabes mi ligereza con la lectura jajaj, pero no se que tienes al escribir que cada vez que leo algo se me encoje un poquito el corazon, y es porque me parece que al leerte estoy escuchando tus pensamiento, todo lo que pasa por tu cabeza...
DSD