30 oct 2010

Criaturas marinas.


Cuando sacó la foto tuvo la impresión de que no volvería a estar allí nunca más. Pero nunca se sabe. Fue realmente estupendo que sintiera el olor del mar en aquel lugar. No era como el de aquí. Era más suave, más inconstante, más mediterráneo. La brisa movía su pelo en todas direcciones y más de una vez tuvo que agacharse a recoger su sombrero, que salía volando con la misma libertad que ella sentía al pasear. Se asomó al agua y observó las medusas con detenimiento. Curiosas criaturas las medusas azules. Sus maravillosos colores se confundían con el agua engañándola para que no supiera que son pequeñas asesinas del mar. Un grano de sal de su veneno podría matarla en cuestión de segundos con sólo rozar su piel. Lo recordaba de una de sus películas favoritas. De repente empezó a cantar mientras que las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos marrones y corrían por sus mejillas al tiempo que se secaban por el calor. Se oyó un ruido. Era hora de volver al barco. 





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